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26 de agosto de 2016.-

​

Carta abierta de un inmigrante discriminado y sinhogar al Arzobispo de Granada y a Caritas-duras diocesana.

“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.”

                                                                                            Groucho Marx

 

 

Monseñor:

 

Desde hace mucho tiempo, y por mucho tiempo, he solicitado ser recibido por Ud. para tratar “asuntos algo más levantados” (y de su estricta incumbencia) que los que me veo obligado a abordar ahora, en lo inmediato.  Por el momento solo cabe deplorar toda su mala voluntad y negligencia para bien proveer. Que de todos modos no debería sorprenderme viniendo de un prelado de la iglesia católica de España, donde cosas veredes, Sancho, mucho peores.

 

Yendo al punto (cuestión que, insisto, no era mi intención llegar a tratar con Ud., pero años de eludir lo importante hacen que finalmente aquello deba posponerse ante lo urgente), quiero referirme a la actitud y desempeño de cierta gente de Caritas diocesana bajo su dependencia, con criterios reñidos con el espíritu que se supone debe animarla (lo cual, acaso, tampoco debería sorprenderme a esta altura). Cosas que harían decir a un Papa que esto ya es una ONG más que una iglesia, o que ciertos discursos y actitudes no son signos de fe sino manifestaciones de ideologías malsanas, que cunden subterráneamente infectando al espíritu de esta iglesia.

 

Yo soy ahora mismo, y desde hace como mínimo 4 años, o bastante más según el criterio que se pretenda aplicar, con toda propiedad una persona sin hogar, feroz y sistemáticamente discriminado de un circuito laboral para el que exhibo plena capacidad y acreditación profesional, privado, además, de toda ayuda económica por el mismo sistema público que es cómplice del sector corporativo a la hora de hacer que las referidas acciones discriminatorias prosperen, gocen de total impunidad, se borren pruebas y nunca se haga justicia ni compensación por ello a los damnificados.

 

La ignorancia, prejuicios e hipocresía que imperan en la sociedad española (por ejemplo a la hora de pretender que los derechos elementales e inalienables de la persona deben considerarse de manera diferente si se aplican a un español nativo o a uno naturalizado o habitante regular de origen extranjero) son pérfidamente alentados y explotados por la propaganda conjunta de una corporación de funcionarios políticos y públicos parásitos, empresarios oportunistas cebados en las corruptelas y plusvalías que tales amiguismos les garantizan, y psicofantes, mendaces infames, de las empresas de medios de comunicación.

 

Como un ejemplo preclaro de la manera en que opera hoy y aquí esta falange de camisas sucias, y su miserable estrategia, puede ver la pancarta propagandística del COAST y Ayto. de Granada donde dice: “No dé limosnas a las personas en la calle. Diríjanlos a nosotros (dennos dinero a nosotros) que los vamos a atender adecuadamente con nuestros recursos sociales”. Lo cual significa, para aquellos buenos entendedores que hemos tenido la desgracia de pasar por esto como propia experiencia, que cuando nos presentemos en estos burós, ellos se lavarán las manos, darán alargas a nuestra urgencia, nos dejarán con las manos vacías y se burlarán de nuestra carencia, pretextando insuficiencia de medios o una supuesta falta de mérito nuestra -cualquier excusa es buena- para competir por ello ante otros carenciados. (*)

 

¿Está la iglesia católica de España y su acción social al margen de esta porqueriza? Más bien parece hundida en el fango hasta el pescuezo con sus propios agentes.

 

Desde la “dama”, trabajadora social, al frente de un albergue de San Juan de Dios en Málaga (supuesta católica chupacirios casada con un guardia civil), molesta por mis alegaciones contra las causas evidentes que promueven mi discriminación, condenándome a vivir de “limosnas” a fuerza de haberme marginado violentando mi derecho a trabajar y a poder llevar una vida normal, que me decía airada que “entonces, por qué no me volvía a mi país”;  porque no, estimada señora, que ahora mismo estoy aquí y mi país es este, me han exigido para ello cumplir ciertos deberes legales que yo he cumplido acabadamente, ahora falta que España cumpla también con la ley para conmigo, y que no haya gente hipócrita y deshonesta como Ud., estimada señora, y su marido de Ud., para ocuparse de que la infamia prospere y les dé a Uds. para vivir con la tranquilidad que Uds. están escatimando y robando de otros. Hasta el párroco capellán de Proyecto Hombre quien, ante mis alegaciones y confundiéndose de libreto y de persona, me viene a achacar alguna supuesta culpa o responsabilidad de mi parte por el hecho de estar viviendo en esta situación (que las complicidades buscan ahondar y hacer irremisible); no querido reverendo padre, yo nunca, a Dios gracias, me he visto tentado de someterme a la esclavitud de las adicciones, mi perfil es otro y, sin apelar a ninguna soberbia, puedo tener la plena certeza y tranquilidad de conciencia de no estar pagando por culpas propias sino ajenas, incluyendo en estas últimas su propia tibieza, incomprensión y falta real de solidaridad.

 

De ese tipo de frases hechas, hipócritas y zahirientes, proferidas por “gente de iglesia”, mezcla rara de catolicoides, falangi-fascistoides, falsos piadosos opusdeístas y despreciables patrioteros hispanófilos de todo pelaje, hipócritas a la sombra del crucifijo, almaceno toda una colección. Pero quiero referirme específicamente, Monseñor, a los que caen directamente bajo su esfera y responsabilidad, vale decir su arquidiócesis.

 

Viviendo, como se ha dicho, desde hace cuatro años en condición absoluta de sinhogarismo, siendo burlado sistemáticamente en mis derechos elementales, con la plena complicidad o participación directa de los mismos que son comisionados por el estado español para velar por la no violación de tales derechos, y privado incluso de ninguna ayuda o compensación (porque los mismos que facilitan el atropello luego legislan tomando recaudos para que, también, solo cobren ayudas los que ellos quieren: sus amigos, favorecedores y paisanos, consumando hasta las heces la inmoralidad y violación de los derechos ajenos), me dirigí a Caritas diocesana de Granada por no contar con dinero mínimo y elemental para subvenir necesidades básicas (y porque mi parroquia es pobre de solemnidad y no podía ayudarme): medicamentos que consumo regularmente a diario (con el descuento de la asistencia de salud, pero que aún hay que pagar), artículos de higiene personal, atenciones sanitarias no cubiertas por el plan estándar (v.g. odontología), algún elemento de vestuario que normalmente no es posible obtener de roperos solidarios (v.g. calzado en ciertas hormas), algunas recargas a la tarjeta de autobús (porque estando en el Polígono se puede ir, incluso una vez al día ida y vuelta al centro de Granada, pero la distancia es larga y hay circunstancias en que se hace casi forzoso tener que volver por la tarde o utilizar el medio de transporte), algunas recargas de teléfono (porque tengo un teléfono elemental y básico, solo para llamadas telefónicas, pero hoy en día es bastante delirante pretender que eso es un lujo o que sin eso la persona no deviene aun más marginada y aislada), o incluso pagar un café para no tirar el día sin comer cuando, demorado por alguna circunstancia, no llegase en horario para utilizar el comedor social.

 

Caritas primer round:  Una hipócrita dama española, falsa piadosa al servicio de Caritas, y que cabe suponer recibe dinero de Uds. por ello con un contrato formal, para desempeñarse en forma profesionalmente deficiente y con maneras descomedidas y arbitrarias (en tanto yo, malgrado todos mis antecedentes, no alcanzo un mínimo de justicia en el trato, ni siquiera viniendo de la propia iglesia;… pero es lógico debiendo contar con este elemento) me dice: “Ud. está viviendo en unas viviendas tuteladas, donde duerme y se le alimenta, con lo cual tiene todas las necesidades básicas satisfechas (sic)”  No, querida señora, Ud. no tiene ni idea de las necedades que su propia boca profiere. Le sugiero que haga una terapia consistente en irse Ud. a vivir por un mes, solo un mes, a un lugar donde la dejen dormir y la alimenten pero que no le dejen disponer de un céntimo libremente para nada, solo durante un mes. Recién después (y con esa experiencia no se acerca siquiera mínimamente a una comprensión efectiva de lo que he pasado yo en estos últimos cuatro años como persona sin hogar) podrá tener derecho a prejuzgar livianamente si yo tengo, ahora mismo, cubiertas mis necesidades básicas, como Ud. sostiene.

 

Inmerso en este panorama vil ya descripto, de personajes de opereta que parecen ponerse todos de acuerdo para apoyarse mutuamente a la hora de tocarme las narices, para impedir, bloquear y promover que no sea posible alcanzar una situación de salir adelante y rehacerse, hace ya tiempo que he llegado a la convicción de que no debo ya seguir el juego desleal que me proponen, que tiene por objeto desgastarme y hacerme malgastar mi vida persiguiendo quimeras que, por añadidura, si acaso se concretan de algún modo, luego se encargarán de que no fructifiquen en nada de valor para mí. Y hace ya tiempo que vengo madurando la idea de que NADIE hará por mí nada mejor que aquello que yo mismo sea capaz de plantearme con los elementos con que ahora cuento, así sea en medio de enormes limitaciones.

1) Cuento con una formación, conocimientos, experiencia y habilidades, propias del 20% de la fuerza laboral más cualificada de España o de cualquier otro país europeo. 2) En contraposición, aparecen en juego todos los recursos del poder, actuando en forma conjunta, concertada y solidaria, para impedir que pueda capturar mi valor antes de que me hayan arruinado y, consecuentemente, logren anularme o triunfar en expulsarme de esta sociedad, estado o país, o como se quiera o merezca ser llamado.

 ¿Qué puedo hacer ahora mismo, con lo que 1 me concede, para burlar el bloqueo?: Una segunda carrera mayor en la UGR, para silenciar los argumentos de esta caterva de rufianes parásitos que preferirían seguir ignorándome, silenciarme y anularme… ¿Cómo así, con todas las limitaciones insalvables de 2 manipuladas en mi contra?: Buscando apoyos en elementos sociales honestos, aún no corrompidos por las complicidades con este sistema tóxico. ¿Estarán presentes esos elementos honestos, genéricamente hablando (como regla más que como excepción individual), en la iglesia católica? … Qué pregunta.

En tanto, y sin perder el tiempo, estuve ocupado desde abril en preparar y rendir los exámenes de acceso a la universidad. Luego de aprobarlos, en matricularme, y en encontrar un mentor que accediera a pagar los ineludibles costos públicos del derecho de examen y de matriculación. Lo encontré, nuevamente gracias a Dios. ¿Y qué cree?, no era un católico.  Ya resueltos estos temas, ahora aparece la cuestión elemental. ¿Cómo empiezo el curso en septiembre, con necesidades básicas como comprar elementos de papelería, materiales y otros elementos requeridos para realizar los cursos y prácticas, fotocopias, apuntes, etc., y sin un centavo en el bolsillo ? Al problema de mi situación personal sin resolver, ahora se suma esto.  Pero, a priori, yo descontaría que existen personas de bien (notoriamente en la iglesia) que no podrían por menos que solidarizarse con mi propósito, que, en la situación que estoy viviendo, todos los antecedentes expuestos y ante todos los obstáculos ruines con que se me acosa, debería ser apreciada como una iniciativa rara, encomiable y digna de ser apoyada sin reservas…por una persona de bien, vuelvo a repetir.

 

Caritas segundo round (un mes después): Vuelvo a pedir cita en Caritas con la expectativa de ser escuchado y debidamente atendido en mi requerimiento ahora, ante el hecho nuevo que planteo para salir de mi situación de marginación, en la que me encuentro por acciones deshonestas de algunos elementos inciviles que abundan en la sociedad española, apoyados por otras acciones deshonestas concurrentes de algunos elementos del estado español, y en las que aún otras acciones deshonestas adicionales concurrentes de elementos de la iglesia católica (nómbrese a Caritas), colaboracionistas y propiciadores de esos mismos intereses, vienen actuando de manera de hacer que la infamia prospere y el círculo vicioso se cierre en mi total perjuicio. Otra hipócrita dama española, falsa piadosa al servicio de Caritas, luego de escuchar mi planteo me dice: “¿Cómo se le ocurre solicitar ayuda para estudiar en la universidad, si eso es un lujo?” Querida señora, igual que la de la vez anterior Ud. tampoco tiene ni idea de las necedades que su propia boca profiere. Además están Uds. usurpando un puesto de trabajo que seguramente es ameritado mucho más por otras personas con otro nivel profesional y moral, pero que no cuentan con los amiguismos y padrinazgos que a Uds. les valen para tener inmerecidamente trabajo.

 

Caritas último round (hace dos días):  El cura de otra parroquia al que acudí ante la imposibilidad de aspirar a ninguna ayuda a partir de la limitación de recursos en la mía propia, luego de algunos intentos fallidos que incluyeron el excusarse de ofrecerme él nada válido (así fuera puntual y momentáneo) de la propia parroquia ni por contacto con el administrador de otra asociación (civil de orientación religiosa, ante la cual se supone él representa a la iglesia), terminó insistiendo para que volviera a pedir, invocando estas conversaciones con él, una cita con Caritas diocesana, para que insistiese en mi solicitud de ayuda económica. A esa altura ya solo encuentro viejos conocidos, y la cita resulta ser con la hipócrita dama española del primer round de cuya boca solo salen necedades (como sapos de la boca del falso profeta). Pero no solo eso… Ante lo previsible, la actitud recalcitrante en su necedad, y en el calor de la argumentación…¿quién se suma, terciando en el debate?: la hipócrita dama española del segundo round, de cuya boca, en cambio, solo salen necedades. Me dice la primera: “Usted no puede pretender que se le dé ayuda para algo que tiene que ver con su promoción personal” Querida señora, como de costumbre se comporta Ud. razonando como una inimputable, y ni siquiera tiene noción de los valores y misión de la organización que la mantiene. Cuando Ud. asiste a un alcohólico o a un drogadicto (que, como quiera que sea se metieron en problemas concurriendo en ello su propia voluntad, responsabilidad y libre albedrío) con recursos varios, está tratando de facilitarle la recuperación para que vuelva a transitar una vía de promoción personal. Cuando asiste a una familia de diversas maneras, está procurando que alcancen condiciones para posibilitar la promoción de sus miembros ¿Por qué a mí, que vengo luchando contra voluntades ajenas que inmoral e ilegalmente pretenden bloquearme y hundirme prematuramente en una virtual muerte civil, no ha de asistirme el mismo derecho y el apoyo y solidaridad para con una última oportunidad de promoción, con características adecuadas a mi caso y perfil, en la que yo estoy dispuesto a hacer el mayor gasto? ¿Puede Caritas ser cómplice de lo otro? ¿Puede Caritas no comprometer unas pocas decenas de euros al mes para mi alternativa de superación luchando contra una marginación inicua de años (de la que la propia iglesia es cómplice, en tanto pretende ignorarla en su real dimensión), mientras paga vuestros sueldos en contraprestación a un desempeño así de decepcionante e ineficaz?.- Me dice la segunda dama: “¿Ud. por qué dice que necesita dinero para estudiar una carrera? Si quiere estudiar basta que vaya a la biblioteca, tiene libros a disposición, etc., etc.”  Estimada, no sea Ud. grandísima cínica desvergonzada, porque toda paciencia tiene un límite y Ud. está sometiendo la mía a dura prueba. Dígame Ud. si en la instancia de que en el futuro un hijo suyo se plantease seguir una carrera universitaria Ud. va a pretender que la puede llevar adelante perfectamente sin un céntimo, con la misma convicción y descaro con que defendió sus argumentos absurdos frente a mí.

 

 

Finalizando, Monseñor, tal como le digo al principio este asunto en el que he debido extenderme ahora no es verdaderamente importante, pero es urgente. Y cuando digo urgente quiero decir urgente, que es otra manera de decir crítico. No pierda de vista que estoy postergando de tratar con Ud. cuestiones verdaderamente importantes, porque ante su mora y negligencia se nos ha venido lo urgente encima. Y no lo pierda de vista, sobre todo, para no subestimar toda mi paciencia y tolerancia con su actitud, a mi ver impropia de la responsabilidad que cabe al ejercicio de su alto ministerio.

 

Lo importante puede ser que, mientras Ud. se involucra personalmente haciendo campaña contra el aborto, propósito muy loable en sí mismo, no esté pasando que Ud. y su séquito, al igual que el resto de sus colegas de la conferencia episcopal española en pleno, se salten olímpicamente la defensa de los demás detalles de la Evangelium Vitae. Eso resulta muy contraproducente ante la opinión pública, sobre todo cuando impera en ella, como ya hemos comentado, un estado tal de ignorancia, retrogradación y retorcimiento de mala fe que hace que el hombre común, aún sin malicia, termine creyendo lo que otros sostienen de manera canallesca e interesada: que esa posición suya y de la iglesia contraria al aborto es en el fondo una mera lucha ideológica por dirimir supremacías, cuestiones de imagen pública y espacios económicos y de poder mundanos. Con lo cual, volviendo al Papa y al particular estilo de sus dichos: “Un cristiano incoherente hace mucho daño”.

 

Por eso es importante que Ud. reflexione sobre la necesidad de matizar esa lucha con un mayor involucramiento en la totalidad de cuestiones que hacen a la defensa a la vida, a la calidad de la misma y al imperio de la justicia en las relaciones de convivencia de una comunidad nacional.

 

En consecuencia, espero ahora toda la celeridad en una respuesta suya, a falta de toda la que no ha demostrado Ud. desde el 2014 hasta el momento, porque ya mi paciencia está siendo sometida también a dura prueba, sea por su  actitud directa o en forma refleja a través de su séquito.

 

Atte.,

 

 

 

N. del E.

Finalmente, por supuesto, no hubo contestación, y el Sr. arzobispo de Granada decidió, una vez más, abroquelarse en su silencio culposo y cómplice del mal, con lo cual se decanta nuestra duda acerca de a qué amo sirve realmente.

 

¿Qué padre entre vosotros, si el hijo le pide un pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará, en vez del pez, una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión?... (Lc 11, 11-12)

 

Respuesta:   Mons. Javier Martínez Fernández, arzobispo de Granada.

 

 

 

(*) Vale también la pena releer otro editorial nuestro, publicado en este mismo sitio hace casi exactamente 3 años, titulado “Puerta Única. Manipulación del sufrimiento y ahondamiento de la marginación en Málaga.”

 

 

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